Mi concepto de medicina está un poco desviado del convencional.
Normalmente acudimos al médico cuando ya estamos enfermos, cuando hemos perdido la salud, para poner un remedio a los síntomas que tenemos. Es decir, me duele mucho la cabeza y voy al médico para que me de una pastilla y me quite el dolor.
¿Y si podríamos hacer algo por no desencadenar ese dolor de cabeza? ¿Y si en nuestra mano tuvieramos las herramientas para hacer algo por nuestra salud?
(Que quede claro antes de continuar que no tengo nada en contra de la medicina.
¡¡Nada más lejos de la realidad!! La medicina nos ha permitido salvarnos de enfermedades que hace siglos eran incurables, nos ayuda a convivir con enfermedades crónicas de graves e incómodos síntomas, nos operamos por lesiones, accidentes, tumores… Ante todo, GRACIAS medicina!!!)
Llamadme loca si queréis, pero en mi opinión abusamos mucho del médico.
Existen miles de herramientas para retrasar o evitar la mayoría de las visitas que hacemos al ambulatorio a buscar un parche para nuestras dolencias y a su vez ganar en salud y en calidad de vida.
¿Y si averiguamos qué mecanismos de acción están fallando y provocan que se desencadene un síntoma?
¿Podríamos entonces actuar directamente sobre estos mecanismos de acción y hacer que no se desencadene o que se minimice muchísimo el síntoma?
La respuesta, en una inmensa mayoría de los casos, es SI.
El objetivo de la PNI, como os contaba en la primera entrada de esta sección, no es tratar el síntoma bloqueándolo, sino entender los mecanismos de acción que van a generar la aparición de ese síntoma.
¿Y a dónde quieres llegar con todo esto, Aitzi?
Pues veréis, muchas veces culpamos a la genética de absolutamente todos nuestros males, cuando a principios de siglo ya se llegó a la conclusión de que los genes que «nos han tocado» no son el demonio.
Tenemos 21.787 genes.
A principios de siglo se postuló que el conocer con detalle todo nuestro mapa genético, nos serviría para saber el origen de todas nuestras enfermedades.
Pero la conclusión a la que se llegó tras miles de estudios es que la genética solo podría explicar entre el 40%-50% de las enfermedades. El resto tienen que ver con factores ambientales.
Es decir, una mutación genética te predispone a una enfermedad si se dan determinados factores ambientales que desencadenen los síntomas. O visto más fácil aún. Tus genes están conectados a un interruptor, y si no aprietas el botón de ON con los factores ambientales a los que los sometes, éste no se expresará.
Por tanto, esto significa al menos 3 cosas:
- una gran parte de nuestra salud está en nuestras manos y por tanto es responsabilidad nuestra,
- nuestro código genético no dibuja necesariamente nuestro destino,
- la epigenética, o la interacción de los genes con el ambiente, es lo que realmente marca nuestro material genético.
Entonces, ¿qué puedo hacer para que mi código genético esté contento con mi estilo de vida?
Aquí tienes una lista con 5 simples hábitos para empezar a hacer algo por tu salud:
- Respeta el ritmo que tu cuerpo tiene pactado con la luz del día. La noche es para dormir, descansar, recuperar y restaurar tu cuerpo de los procesos del día. Vive acorde a los ritmos circadianos.
- ¡Muévete! Crossfitea, sal a correr, haz Yoga, practica tenis, sube escaleras o da largos paseos por el monte o la playa. Tu cuerpo está diseñado para correr, saltar y cazar. Con el paso del tiempo hemos perdido la capacidad y la facilidad de hacer todo esto. Pero, ¿sabes cuál es la buena noticia? ¡Nunca es tarde para volver a recuperarla!
- ¡Fuera el estrés y las preocupaciones! ¡Que no!, ¡no me he vuelto loca!. No se me olvida que vivimos en el siglo XXI y que todos llevamos un ritmo frenético, pero hay que saber buscar nuestros momentos, desconectar, reirnos a carcajadas, compartir experiencias y momentos, vivir la VIDA con pasión y escuchar nuestro cuerpo para no caer en graves cuadros de estrés que acabarán enfermándonos. Pincha aquí para leer lo que el estrés es capaz de hacer y por qué debemos evitarlo.
- Toma el sol y recupera el contacto con la naturaleza. ¿No te parece un consejo genial? 😉 Los rayos UVA del sol nos aportan vitamina D , imprescindible para muchos de los procesos implicados en nuestro sistema inmune.
- Último punto de la lista pero para nada el menos importante. Llena tu despensa de comida real y huye de los procesados. Tener una buena salud intestinal es crucial para mantener un buen sistema inmune, así que lo que comemos tendrá mucho que ver con ello. Para mi son de vital importancia incluir con nuestra dieta las cantidades suficientes de vitamina A, vitamina D y ácidos grasos polinsaturados, ya que participan en el buen funcionamiento del sistema inmune y en la regulación inflamatoria. Añade en tu lista de la compra alimentos como sardinas, boquerones, caballa, atún, bonito, salmón, frutos secos, aguacate, y huevo.
¿Cuáles de estos fáciles hábitos has incorporado ya en tu día a día?¿Con cuál vas a empezar hoy mismo? ¿Cuál crees que te costará mas llevar a cabo?
¡Espero tus respuestas!
Según palabras de Theodosius Dobzhansky, en biología no se puede hacer nada que no sea a la luz de la evolución.
Habría que añadir también que en medicina no se puede entender nada que no sea a la luz de la biología.
La biología evolutiva, por tanto, tiene muchas de las claves para entender qué nos aportará salud o enfermedad.
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